miércoles, 25 de noviembre de 2009

El caso del secretario italiano

















El caso del secretario italiano

Jesús Guerra




A los lectores del escritor norteamericano Caleb Carr, les tengo una noticia buena y otra no tan buena. La buena es que ya se publicó en español su nueva novela: El caso del secretario italiano (que en inglés se llama sólo The Italian Secretary). La no tan buena es que no forma parte de su serie sobre El alienista. Ahora bien, le tengo una buena noticia a los sherlockianos: la novela forma parte del ciclo post-Conan Doyle de las investigaciones del detective de Baker Street.


Escribir cuentos y novelas de Sherlock Holmes es una suerte de deporte para los escritores de narraciones de misterio de lengua inglesa, hay una buena cantidad de relatos del detective de la pipa y su asistente, el doctor John Watson, escritos por diversos narradores después de la muerte del creador de estos personajes tan conocidos y queridos en todo el mundo. Ahora bien, para que estos relatos tengan una especie de "valor oficial" deben de estar reconocidos por los representantes de los herederos de Sir Arthur Conan Doyle. Para lo cual, supongo, hay que pedirles su autorización para utilizar a los personajes o algo por el estilo.



Breve historia de esta novela



El representante de los herederos de Conan Doyle en los Estados Unidos es Jon Lellenberg, y él, junto con Martin Greenberg y Daniel Stashower planearon una antología de cuentos de Sherlock Holmes, escritos por autores contemporáneos, con una característica en particular: que de alguna manera hubiera un elemento sobrenatural en cada una de estas nuevas historias. Esto, por supuesto, va contra los supuestos de los cuentos y las novelas escritos por Conan Doyle, con la sola excepción de la novela El sabueso de los Baskerville, la cual aunque no tiene una explicación paranormal sí contiene elementos y atmósfera que la acercan a la novela de terror. En eso consistiría, pues, la novedad de esta colección de casos. Los antologadores le pidieron a respetables narradores de obras de misterio que escribieran un cuento para este libro (que finalmente se publicó con el título Ghosts of Baker Street, editado por Carroll & Graf, de Nueva York, en 2006).

Entre los autores invitados se encontraba Caleb Carr, autor de las espléndidas novelas de misterio El alienista y El ángel de la oscuridad, la primera ubicada en la Nueva York de 1894 y la segunda en la misma ciudad tres años después, más o menos en los mismos años en que suceden, al otro lado del Atlántico, algunas de las historias del detective inglés. Caleb Carr aceptó el reto y como historiador de profesión que es, basó su relato en un asesinato de la historia de Inglaterra, el del italiano David Rizzio, secretario, por llamarle de alguna manera, de la reina María de Escocia. Pero el argumento se le alargó a Caleb Carr, no pudo dejar de escribir y terminó con el manuscrito no de un cuento sino de una novela, de ahí que su obra se publicó de manera independiente a la antología, aunque evidentemente está ligado a ella (en Estados Unidos la publicó la misma editorial que la antología de cuentos).

El libro incluye un muy interesante postfacio escrito por Jon Lellenberg en el que, entre otras cosas, hace un análisis de las similitudes y las diferencias entre Sherlock Holmes y el doctor Kreizler y su equipo, personajes de El alienista y El ángel de la oscuridad.


La novela


Sherlock Holmes recibe un telegrama en clave de su hermano mayor, Mycroft, quien tiene un puesto muy importante en el gobierno y es una persona muy cercana a la reina Victoria. Al decodificar el mensaje, encuentran que Mycroft les pide ayuda, a Sherlock y al doctor Watson, para resolver el misterio de dos recientes asesinatos ocurridos en el viejo palacio real de Holyroodhouse, de Edinburgo. El detective y su amigo, asistente y narrador de sus aventuras, Watson, toman el tren hacia Escocia, encuentran a Mycroft y éste les explica los motivos por los cuales dichos asesinatos —el de un arquitecto y su asistente a quienes se les había encomendado renovar el ala más antigua del palacio—, le preocupan y por qué cree que pueden estar relacionados con un asunto político de nivel internacional que podría amenazar la seguridad de la reina y de Gran Bretaña.

No obstante, a Sherlock Holmes estos crímenes le traen a la memoria el asesinato de David Rizzio, secretario privado, profesor de música y confidente de María, reina de Escocia, trescientos años atrás, en el siglo XVI, precisamente en la torre que tenían encomendada remodelar el arquitecto y el constructor, quienes fueron muertos exactamente de la misma manera que Rizzio —detalle que se le ocultó a la prensa—: poignardé à l'écossaise (apuñalado a la escocesa).

El caso es interesante y misterioso, el punto de partida histórico es extraño y sangriento, el ambiente es deliciosamente gótico y la resolución resulta satisfactoria, al igual que la novela en general. A mí, como a una buena parte de los lectores que han disfrutado con las obras de Conan Doyle, me gustan las aventuras de Sherlock Holmes, aunque evidentemente no soy un sherlockiano, es decir, un conocedor de estas obras. Para los sherlockianos, pero también para quienes sin serlo disfrutamos las aventuras del detective más famoso de la literatura, el "campo de estudio" crece día con día, a pesar de que las obras que forman "el canon" son siempre las mismas, y es, por supuesto, gozoso. Luego de leer esta novela de Caleb Carr se antoja volver a los orígenes y releer las novelas de Conan Doyle, como Estudio en escarlata, El signo de los cuatro, El sabueso de los Baskerville, y los cuentos, entre ellos Un escándalo en Bohemia, La liga de los pelirrojos, El carbunclo azul y El problema final.

La verdad, sin embargo, es que, aunque es sumamente disfrutable, esta novela no es ni la mejor de Sherlock Holmes ni la mejor de Caleb Carr, pero no deja de fascinarme la capacidad de Celeb Carr, y de muchos otros escritores, para imitar a otro escritor, de otro siglo, de otro país, y con un estilo narrativo tan conocido. Escribir una novela de Sherlock Holmes implica imitar el estilo de redacción y de organización de la historia del doctor Watson —pues siempre es él el narrador—; implica también conocer a la perfección la psicología de los personajes y su estilo personal de hablar, y en este caso, lo más complicado, estructurar el misterio de tal manera que funcione según el estilo de investigación del detective. No es una tarea fácil y Caleb Carr sale muy bien librado de este reto.

Sin embargo, los fans de Caleb Carr seguimos a la espera de otra novela de su serie de El alienista, aunque ha pasado ya una década desde la segunda novela de la serie: El ángel de la oscuridad.


Las obras anteriores de Caleb Carr


Caleb Carr (nacido en Nueva York en 1955) es historiador de profesión, y está especializado en Historia Militar. Además de numerosos artículos y ensayos sobre esta materia, aparecidos en revistas y libros, Carr ha publicado una novela de juventud (que al parecer es malísima y él mismo desecha) llamada Casing the Promised Land (1980); una especie de biografía novelada de Frederick Townsend Ward, un mercenario norteamericano que luchó en China, llamada El soldado del diablo (1991); las espléndidas novelas de misterio de la Nueva York del siglo XIX El alienista (1994) y El ángel de la oscuridad (1997); una novela futurista, Killing Time (2000), misma que primero publicó por entregas en la revista Time, la cual recibió muy malas críticas y hasta donde sé no ha sido —ni será, creo— publicada en español, y un ensayo acerca del terrorismo, Las lecciones del terror (2003). La obras publicadas en nuestra lengua han sido editadas por Ediciones B.

Las novelas que lo han hecho famoso. El alienista...


Quienes no hayan leído aún El alienista ni El ángel de la oscuridad, no saben de lo que se han perdido. La primera transcurre en 1896. El jefe de la policía de Nueva York era Theodore Roosevelt (el mismo que años después sería presidente de los Estados Unidos) y había en la ciudad un asesino en serie cuyas víctimas eran jóvenes prostitutos. La corrupción policiaca era enorme y la moral pública, que evidentemente dominaba a los medios de comunicación, impedía que se reconocieran ciertos problemas, es decir, no se podía escribir en la prensa de la existencia de la prostitución infantil, por lo tanto ese segmento de la población simplemente no existía y en consecuencia el asesino en serie que victimaba a personas oficialmente inexistentes no podía existir tampoco. Sin embargo, Roosevelt era un hombre honesto y tenía la determinación de atrapar al criminal, así que juntó un equipo de personas, poco ortodoxo, para que realizaran el trabajo de investigación en secreto.

El equipo lo formaron: el doctor Lazlo Kreizler (un "alienista", que era como se le llamaba en esa época a quienes ahora denominamos psiquiatras, debido a que atendían a los "alienados"); su asistente personal, Cyrus Montrose (un negro enorme al que Kreizler había ayudado a salir de problemas legales, que ahora fungía como mayordomo en casa y como guardaespaldas en la calle); su chofer (de carro de caballos, por supuesto), Stevie Taggert (un adolescente al que Kreizler había rescatado de una vida de criminalidad callejera); Sarah Howard (una joven, feminista adelantada a su época, que había intentado trabajar en la policía pero a quien el machismo de la institución le había complicado la existencia); los hermanos Isaacson, Lucius y Marcus (quienes trabajan para la policía pero eran vistos como los patitos feos ya que eran muy serios, estudiosos y analíticos y estaban interesados en las metodologías de investigación más modernas, aunque algunas de las pruebas que conseguían apenas comenzaban a tener valor legal, como las huellas dactilares), y el señor John Schuyler Moore, un periodista. Y es Moore, precisamente, el hombre de letras del grupo, el narrador de la historia, el Watson de ese ente investigador que forman entre todos.

La obra es fenomenal porque mezcla dos tipos de novela policiaca, la de fines del siglo XIX (encabezada por Conan Doyle con su personaje Sherlock Holmes), y el thriller policiaco contemporáneo de asesinos en serie (que podría estar representado por Thomas Harris y su serie de novelas sobre Hannibal Lecter: Dragón Rojo, El silencio de los inocentes y Hannibal).


...El ángel de la oscuridad


Tres años después, Caleb Carr publicó la segunda novela de la serie: El ángel de la oscuridad, en la que reúne al mismo grupo de investigadores. La acción transcurre en la misma ciudad en el año de 1897. En esta caso la investigación no fue una orden del jefe de la policía sino que le fue encomendada a Sara Howard, quien para esas fechas había montado una oficina propia como detective. Sara estaba aburrida de los casos menores que le llegaban cuando de pronto se encontró con uno que era tan complejo que no tuvo más remedio que pedirle a sus compañeros de la aventura anterior que la ayudaran, cosa que, por lo demás, hicieron con gusto: la hija de un diplomático español había sido secuestrada, y la situación política entre España y los Estados Unidos era tan complicada en esos momentos, que la madre de la niña desaparecida tuvo que solicitar los servicios de Sara en secreto.

Para este argumento, Caleb Carr recurrió a otro tema incómodo: las mujeres asesinas de niños, un tema que el autor afirma que perturba a la sociedad ya que las mujeres, en general, y las madres, en particular, son percibidas como amorosas por naturaleza.

Una de las características de esta novela, un tanto desconcertantes al comenzar a leerla, es que esta historia no es narrada por el periodista, John Moore, como lo fue El alienista, sino por Stevie Taggert, el chofer del doctor Kreizler. Esto implica una prosa diferente, un lenguaje menos amplio y mucho más popular, pero ojo, popular en Nueva York en la última década del siglo XIX.

La elección de un narrador diferente se explica porque el proyecto original de Carr incluía una serie de novelas con el mismo grupo de investigadores, y cada una sería narrada por un miembro diferente. Y escribo en pasado acerca del proyecto del autor porque han transcurrido 10 años desde la aparición, en inglés, de la segunda novela de la serie, y Caleb Carr no ha dado muestras de publicar una tercera novela con el doctor Kreizler y compañía como personajes centrales. Sus lectores, sin embargo, no perdemos la esperanza.

Ahora bien, la elección de Stevie Taggert como narrador de El ángel de la oscuridad ha tenido una consecuencia lamentable en la traducción a nuestro idioma: es imposible traducir con fidelidad un lenguaje tan específico como el de Stevie (irlandés de origen, con un pasado criminal en los bajos fondos de una ciudad y un tiempo específicos). No se puede hacer una traducción literal, tampoco se puede inventar un estilo, y tampoco se puede tomar un habla equivalente en nuestra lengua simplemente porque no existe; como consecuencia se tradujo el libro a un español neutro. Si bien la decisión es acertada —y a eso habría que agregar otras decisiones por lo menos discutibles del traductor— la novela en nuestro idioma carece de estilo y, por lo tanto, pierde una buena parte de los elementos que la hacen tan disfrutable en inglés. Otro de esos elementos es el diálogo. La voz de cada uno de los personajes es claramente identificable, en inglés, lo cual también se pierde en español, por el mismo motivo. Y los diálogos están relacionados con la estupenda interacción de los personajes.

Quienes se interesen en leer estas dos novelas de Caleb Carr, deberían comenzar, como es lógico, con la primera. Y quienes se interesen tanto en la literatura de Caleb Carr como en las obras de Sherlock Holmes deberían de apurarse en conseguir y devorar El caso del secretario italiano. No los va a decepcionar.

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El caso del secretario italiano (The Italian Secretary). Caleb Carr. Postfacio de Jon Lellenberg. Traducción: Eduardo Iriarte. (Edición original: 2005, Carroll & Graf, New York) Primera edición en español: abril, 2006. Primera reimpresión: abril, 2006. Barcelona. Ediciones B. Colección "La Trama". 300 págs.

El alienista (The Alienist). Caleb Carr. Traducción: Antoni Puigròs. (Edición original: 1994. Ballantine Books.) Primera edición en español: marzo, 1995. Barcelona. Ediciones B. 528 págs.

El ángel de la oscuridad (The Angel of Darkness). Caleb Carr. Traducción: María Eugenia Ciocchini. (Edición original: 1997, Ballantine Books.) Primera edición en español: 2001. Barcelona. Ediciones B. Edición de bolsillo en Punto de Lectura, marzo, 2001. 984 págs.





[Lecturas 7. Primavera-verano de 2007]

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