La isla desierta
Juan Martínez Tristán
Conocido es el juego literario atribuido a Jules Lemaitre y seguido por Gide, en el que se hace la pregunta: “Si tuviera que pasar el resto de su vida en una isla desierta, ¿cuáles son los veinte libros que le gustaría llevarse?” Encuestados de este modo artistas, filósofos, científicos, escritores, lectores interesados, etcétera, las respuestas fueron tan variadas y sorpresivas como las preferencias, actividades, épocas o particularidades de cada quien.
Sin embargo, y pese a lo variado de las contestaciones, sobresalieron en alto porcentaje de mención: La cartuja de Parma, de Stendhal; Madame Bovary, de Flaubert; La montaña mágica, de Thomas Mann y Los hermanos Karamazov, de Dostoyevski.
Hubo también quien extendiera su lista hasta trescientos títulos o que escogiera algo imprevisto, como Mi lucha de Adolfo Hitler; por otra parte, el Ulises de Joyce nadie lo mencionó. Dado que se citaron obras de línea teórica, hubo inclinación por algunos pensadores, en su orden: Bergson, Einstein, Freud y Marx, lo que muestra que hay lectores de toda índole. Camilo José Cela supo del gracioso jueguito y contundente el agudo Nobel arguyó:
—¡Joder! ¡Yo me llevaría el Manual del perfecto náufrago!
[Lecturas 2. Septiembre-diciembre de 2003]
Juan Martínez Tristán
Conocido es el juego literario atribuido a Jules Lemaitre y seguido por Gide, en el que se hace la pregunta: “Si tuviera que pasar el resto de su vida en una isla desierta, ¿cuáles son los veinte libros que le gustaría llevarse?” Encuestados de este modo artistas, filósofos, científicos, escritores, lectores interesados, etcétera, las respuestas fueron tan variadas y sorpresivas como las preferencias, actividades, épocas o particularidades de cada quien.
Sin embargo, y pese a lo variado de las contestaciones, sobresalieron en alto porcentaje de mención: La cartuja de Parma, de Stendhal; Madame Bovary, de Flaubert; La montaña mágica, de Thomas Mann y Los hermanos Karamazov, de Dostoyevski.
Hubo también quien extendiera su lista hasta trescientos títulos o que escogiera algo imprevisto, como Mi lucha de Adolfo Hitler; por otra parte, el Ulises de Joyce nadie lo mencionó. Dado que se citaron obras de línea teórica, hubo inclinación por algunos pensadores, en su orden: Bergson, Einstein, Freud y Marx, lo que muestra que hay lectores de toda índole. Camilo José Cela supo del gracioso jueguito y contundente el agudo Nobel arguyó:
—¡Joder! ¡Yo me llevaría el Manual del perfecto náufrago!
[Lecturas 2. Septiembre-diciembre de 2003]
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