miércoles, 21 de mayo de 2025

El terror, de Arthur Machen

 

Al parecer ésta es la portada de la
edición más reciente de esta novela
de Alianza Editorial


El terror
de Arthur Machen
 
Jesús Guerra
 
Arthur Machen (1863-1847) es un autor británico, nacido en Gales, muy importante en la historia de la literatura de terror cuyos nombre y obra a veces recordamos y a veces medio olvidamos, y luego vuelven a resurgir, en parte por las características de sus relatos, en parte porque no son demasiado numerosos, en parte, también, porque en español hay períodos en que sus libros se consiguen con cierta facilidad, y otros en que es difícil encontrarlos. Sin embargo, su influencia en otros autores ha sido enorme, desde H.P. Lovecraft hasta Stephen King, Peter Straub, Simon Clark y Ramsey Campbell, y también en cineastas, como el mexicano Guillermo del Toro (la influencia de Machen es clara en El laberinto del fauno) y sus obras han sido admiradas por autores como T.S. Eliot, Bernard Shaw, Paul Bowles y Javier Marías, e incluso Borges, quien lo que admiraba en Machen era su estilo literario.
 
Hay que decir, de una vez, que el apellido de este autor, aunque tenemos derecho de decirlo en español tal y como está escrito, en inglés, sobre todo en Estados Unidos, algunos lo pronuncian Mashen, y otros Meishen, pero hasta donde tengo entendido debe de pronunciarse como lo hacen en el Reino Unido, Maken.

 
Ésta es la portada de la
edición que yo leí



Arthur Machen fue traductor, periodista, crítico literario, actor de teatro y narrador, sobre todo cuentista (aunque algunos de sus cuentos largos son vistos también como novelas cortas). Era cristiano (hijo de un pastor anglicano), admirador del pasado celta, romano y medieval de su Gales natal, apasionado de las leyendas del rey Arturo y del Santo Grial, y explorador también del paganismo, el misticismo y otras creencias misteriosas (perteneció a la famosa Orden Hermética del Alba Dorada [Hermetic Order of the Golden Dawn]), una sociedad esotérica de la que también eran miembros algunos escritores contemporáneos suyos, como William Butler Yeats y Algernon Blackwood, y todo eso influyó en sus temas y en su estilo, que empezó a forjarse a fines del siglo XIX cuando estaban de moda el simbolismo y el decadentismo.
 
Entre sus obras más conocidas se encuentran:
* El gran dios Pan (1890/1894) (Los años entre paréntesis son los de la escritura de las obras, algunas se publicaron de inmediato, otras varios años después)
* La pirámide luminosa (1895)
* Los tres impostores (1895, novela corta compuesta de varios relatos, entre los cuales están “El polvo blanco” y “El sello negro” que son muy conocidos)
* La mano roja (1895)
* La colina de los sueños (1895–1897)
* El pueblo blanco (o La gente blanca, 1899)
* La gloria secreta
* Los arqueros (1914)
* El gran retorno (1915)
* El terror (1917)
 
Aclaro que hasta donde tengo entendido todos estos relatos han sido traducidos al español en algún momento, pero no sé si son todos los que han sido traducidos; por otra parte, una buena parte de las obras de Machen, sobre todo sus ensayos y sus libros autobiográficos, no han sido trasladados a nuestra lengua.

 
La edición en pasta dura
de la editorial Valdemar



Ahora sí, centrémonos en El terror, uno de sus relatos largos frecuentemente señalado como novela corta. Lo primero que nos llama la atención es el estilo: una prosa pulida pero compleja, decididamente decimonónica (o eso nos parece poco más de un siglo después). La historia, narrada en primera persona por un narrador que bastantes páginas después nos enteramos que se llama Ned, está ubicada en 1916 (en plena Primera Guerra Mundial), en una región apartada del sur de Gales. El narrador nos dice que ya el estado de ánimo de la gente era raro debido a las noticias de la guerra cuando, de repente, empezaron a suceder cosas extrañas en una región que el narrador denomina Meirion. En retrospectiva se da cuenta de que todo empezó con el extraño accidente en el que murió un conocido piloto: su avión fue alcanzado por una enorme bandada de palomas y se desplomó. Y luego siguieron una serie de desapariciones y muertes en circunstancias misteriosas: una niña que salió a recoger flores y nunca regresó; una explosión en una fábrica de municiones para la guerra cuyas víctimas quedaron con los rostros destrozados, como si hubieran sido comidos; luego un campesino que conocía perfectamente el camino que transitaba a pie, a diario, cayó de la montaña; luego una mujer apareció al pie de una cantera con el cuello roto; después, una familia entera fue encontrada muerta en un camino, con los cráneos hundidos a golpes, y la lista de muertes en circunstancias sospechosas sigue y sigue.
 
Lo segundo que llama la atención en esta novela es el estilo o estructura de la narración: con pocas excepciones, todo es indirecto, es decir, el narrador nos cuenta lo que a él le contaron los testigos de ciertos eventos, o personajes a quienes los testigos les contaron esos acontecimientos, y las teorías que se van formando las crean el narrador y otro personaje en una conversación, o bien se las cuentan al narrador, pues son ideas de otros personajes.
 

Una edición reciente
en inglés



Para estos momentos, varios meses después de que comenzó el terror, la prensa ya no menciona nada de las muertes en circunstancias extrañas, porque debido a la guerra, el gobierno había impuesto una severa censura. Y esto tiene el efecto de que la gente empieza a crear algunas teorías conspirativas interesantísimas, como que los enemigos (o sea los alemanes) habían desembarcado en secreto y estaban escondidos en túneles bajo tierra, teorías que tenían cierto sentido para algunas de las muertes, pero no para todas.
 
El narrador subraya el hecho de que no todos en los pueblos y caseríos de esa región estaban enterados de todo, no sólo porque la prensa no escribía de estos acontecimientos sino porque la gente, en un aparente acto de salud mental, se abstenía de comentarlos, al contrario de los primeros momentos del terror, cuando todos hablaban de esos hechos misteriosos lo que produjo una suerte de paranoia generalizada, y como no todos estaban al tanto de todo, no podían atar los cabos adecuados. Al parecer, los que más información tenían (aunque tampoco sabían todo) eran el narrador y su amigo el doctor Lewis, y es éste quien formula, al final, la teoría que mejor explica los hechos, aunque quizá tampoco lo explique todo.
 
A medida que el lector sintoniza con el estilo del autor, la lectura fluye mejor, y es cada vez más interesante y misteriosa la trama. También la prosa de H.P. Lovecraft requiere del lector cierto período de ajuste (unas cuantas páginas). De hecho, al leer esta novela de Machen, podemos entender la conexión estilística entre ambos autores. La conexión temática se entiende mejor con otros de los cuentos de Machen, como “El gran dios Pan”.
 
Hay que aclarar que, a pesar del título de esta novela, no se trata propiamente de una obra de terror sino de misterio con ciertos elementos de terror; es más bien un relato inquietante y sumamente interesante. Y el interés se encuentra tanto en la trama en sí misma como en la relación de esta obra y de este autor con obras y autores posteriores.
 
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El terror. Arthur Machen. Traducción de Luis Loayza. Alianza Editorial, sección Literatura, colección El Libro de Bolsillo. 124 págs. También hay edición de esta novela junto con otros relatos del autor en la editorial Valdemar.
 
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