viernes, 2 de octubre de 2009

Entrevista a Guillermo Arriaga


ENTREVISTA A GUILLERMO ARRIAGA

Jesús Guerra

Con la participación de Patricia Galindo y Rogelio Flores



Introducción

Guillermo Arriaga es novelista y guionista cinematográfico de reconocimiento internacional. Escribió los guiones de Amores Perros, y 21 Gramos, ambas dirigidas por Alejandro González Iñárritu, y ambas ganadoras de innumerables nominaciones y premios en muestras y festivales de cine de todo el mundo. Como novelista ha publicado Un dulce olor a muerte, Escuadrón Guillotina y El búfalo de la noche.


Cuando conocí a Guillermo Arriaga, a fines del milenio pasado, en la Maestría de Comunicación de la Universidad Iberoamericana, en Saltillo, en donde fue mi profesor de guión, él aún no era famoso. Su currículum académico incluía datos como que es comunicador y tiene estudios de maestría tanto en Psicología como en Historia, y que producía, escribía y dirigía documentales y programas educativos para televisión, además de su larga trayectoria como profesor de “la Ibero”.

Cuando mis compañeros de la maestría y yo conocimos a Guillermo, de inmediato sentimos que se creó un vínculo amistoso con él. No sólo es un profesor preparado, es también un hombre talentoso y creativo (ahora es algo del dominio público), lo cual en el aula se nota y se agradece, pero además es una persona con un gran sentido del humor y su carácter es abierto y franco, y esto es algo que se agradece también, tanto en el salón de clases como en la amistad.
Guillermo habla con palabras “fuertes”, las cuales he dejado en la entrevista, porque así habla (y en general así hablamos los mexicanos), intentando reproducir la naturalidad de sus respuestas.

Guillermo estuvo en Saltillo a fines de abril, invitado por la Escuela de Comunicación de la UA de C para dar una conferencia en su simposium anual. La mañana de su intervención nos vimos en un restaurante, para desayunar y realizar esta entrevista. Nos acompañaron Lucrecia Suyín (coordinadora de diseño y edición de la revista Telemundo, quien también vino invitada para el simposium), Patricia Galindo y Rogelio Flores: Patricia y Rogelio, además de desayunar y conversar, tomaron las fotos.

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Jesús Guerra: ¿Cuándo empezaste a leer?
Guillermo Arriaga: Fíjate que empecé a leer desde muy chavo pero, como tengo déficit de atención, mis lecturas tenían que ser lecturas cortas. Me refiero con lecturas cortas a, por ejemplo, las enciclopedias, me fascinaban; los libros de Historia; y es más, sé de, por ejemplo, los hermanos Pitt, los políticos ingleses, por un libro que leí de mi hermana que era seis años mayor que yo, a los seis años. Nunca más volví a saber de ellos. Y me gustaba mucho que, cuando yo iba a la escuela, yo ya sabía lo que iban a decir porque ya lo había leído desde antes, sobre todo cosas de Historia.

JG: ¿Relees con frecuencia?
GA: Sí, pero no el libro completo, leo pasajes... leo cosas que me interesaron.

JG: ¿Has tenido un libro preferido a lo largo de tu vida, o en diferentes etapas has tenido libros o autores que te gustaran particularmente?
GA: Sí, claro. Hay libros que, en un momento dado, fueron muy importantes para mí y luego ya no lo son tanto o lo siguen siendo. Por ejemplo, han sido importantes para mí El viejo y el mar, Cien años de soledad, casi toda la obra de Faulkner; fue muy importante para mí El aguila y la serpiente de Martín Luis Guzmán, lo sigue siendo; fue muy importante para mí El llano en llamas; El árbol de la ciencia de Pío Baroja, Rojo y negro de Stendhal, también; ésos han sido libros que son importantes, ¿no?, y la Biblia. Te lo dice un ateo, ¿eh? La Biblia tiene unas historias impresionantes.

JG: ¿Por qué lees?
GA: Porque todas las palabras son una entrada al mundo, cada palabra es una entrada, es una puerta distinta al mundo, cada forma en que se organizan las palabras es otra forma de entrar al mundo; entonces, yo leo porque eso me permite entender mejor el mundo que está a mi alrededor y entenderme mejor a mí mismo, y porque es muy placentero leer.

JG: ¿Tienes libros de cabecera?
GA: Diccionarios, sobre todo diccionarios de sinónimos son mis libros de cabecera.

JG: ¿Qué características tendría que tener un libro para que fuera un libro de cabecera?
GA: Que te diga cosas, que constantemente te esté renovando la visión que tienes del mundo. Que te cambie la visión del mundo y que, cada vez que lo leas, te lo vuelva a hacer distinto. Un libro de cabecera tiene que ser un libro que tenga muchas lecturas; dependiendo de la edad que tengas, te va enseñando nuevas cosas o le vas descubriendo nuevas cosas.

JG: ¿Qué géneros lees más?
GA: Novela. Fundamentalmente novela.

JG: ¿Tú crees que de todo libro, por malo que sea, se puede sacar algo bueno?
GA: Pues.. la experiencia de leer ya en sí misma es buena porque te permite el desarrollo de un mundo interior y cuando tienes mundo interior lees de forma distinta tu entorno, ¿no? Si tienes mundo interior, cualquier cosa te dice algo. Si careces de ese mundo interior, te aburres.

JG: ¿Estás de acuerdo en que se lee poco en nuestro tiempo, ya sea en México o en el mundo?
GA: Yo creo que se ha leído poco siempre, ¿no?, no solamente en nuestro tiempo. El acto de la lectura implica un espacio fuera de remuneración económica, es un acto por sí mismo que no tiene mayor gratificación que la del acto de leer. Entonces, por eso, tienes que tener un espacio en el que tú sepas que requieres la lectura.

JG: ¿Y tú crees que sería recomendable que leyéramos más, por lo menos, digamos, los mexicanos?
GA: Yo creo que cualquier ser humano debe de leer porque te permite detenerte a pensar sobre ti mismo, sobre el mundo, etcétera.

JG: ¿Y qué se podría hacer, o que aconsejarías tú que se pudiera hacer en México para que leamos más?
GA: ¿Qué se podría hacer? Pues poner los libros al alcance de todo mundo, al alcance de los niños, sobre todo, ¿no? O como decía Ibargüengoitia, hay que prohibirlos...

JG: ...Para que sean deseables, ¿no?
GA: Para que sean deseables. Decir “no se te ocurra leer ese libro”, “es que si lo lees...”, “no, no, no, espérate, no lo vayas a leer...” Hay que hacerles entender a los niños, desde chiquitos, que la lectura tiene que ver con ellos. Yo he procurado que mis hijos vean que la lectura tiene que ver con ellos.

JG: ¿Y a lo largo de tu vida como lector, has notado algún cambio en la edición, en los libros, en la escritura?
GA: Lo que he notado, en general, en el ser humano, es un terrible reblandecimiento.

JG: Pero, en cuanto a los libros, ¿nada en particular?
GA: No, no, los libros no. Los libros son los libros, ¿no? Los libros no han cambiado; la sustancia es la que está cambiando. Ahora, la ventaja del libro, por sobre cualquier otra cosa, es que tú decides el ritmo: tú te paras, tú vas para atrás, tú vas para adelante, tú lo subrayas, ¿no? Eso no puede suceder con ningún otro de los medios de comunicación.

JG: ¿Y qué libros estás leyendo en estos días?
GA: Ahorita estoy terminando de leer El paraíso en la otra esquina de Mario Vargas Llosa. Me compré uno de Michel Houellebecq, lo compré ayer y lo empecé a leer, no me acuerdo cómo se llama, todo el mundo me ha hablado de él... Michel Houellebecq es un escritor francés que ahora es como el... [extiende los brazos indicando algo grande] y es un tipo exactamente de mi edad...

JG: ¡Ah, claro!, es el autor de Las partículas elementales, ¿no?
GA: Ése es el que compré, Las partículas elementales. Y hay un autor que acabo de releer que es Pedro Juan Gutiérrez, cubano, que me gusta muchísimo, y que te lo recomiendo. Pedro Juan Gutiérrez me encanta porque todo el tiempo está pensando en sexo [risas de todos en la mesa]. Y me gusta porque casi todos los cubanos son de estos ineptos escritores que dicen “en lontananza, rodajas de ocre iluminaban...”, y este tipo dice “atardeció”, ¿no? Me gustan esos escritores que usan el lenguaje con precisión y con profundidad. Me molestan mucho los escritores que creen que escribir bien es usar todo su catálogo de sinónimos.

JG: ¿Qué prefieres, la literatura o el cine?
GA: ¿Qué prefiero la literatura o el cine? Pues, si me dieras a escoger... una película porno. [Risas] No, no es cierto. Si me dieras a escoger algo, pues yo creo que la literatura, como escritor y como lector.

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El libro Un dulce olor a muerte, publicado en México por la Editorial Planeta en 1994, en su colección Narrativa Planeta, apareció en Inglaterra en 2003, “Sweet Scent of Death by Guillermo Arriaga”, publicado por la editorial Faber. La traducción es de John Page y cuesta 6.99 libras.


Lo que dice la crítica inglesa:

“El asesinato de una joven en un pueblo mexicano enciende una mecha de rumores que explota en trágica violencia, en esta historia llena de suspenso del escritor de la aclamada película Amores Perros”.

Publishing News


“Con hábil simplicidad, Arriaga crea el retrato de las relaciones y las tensiones del pueblo, mientras los hechos y las percepciones que de ellos se tienen se mezclan, afectando incluso la comprensión del lector de nociones como ‘verdad’ y ‘justicia’”.

Metro


“La escritura de Arriaga es cinematográfica en su intensidad y tiene la construcción clásica de una tragedia griega”.

Impact


“Esta es una novela poderosa, envolvente y detallada, imbuida de una atmósfera evocada con gran fuerza... Arriaga es un escritor cuya transparente prosa no te suelta. No podrán dejar este libro hasta llegar a la última página”.

Good Book Guide


“Una rústica tragedia de venganzas, áspera y violenta pero armada con mucha astucia por el guionista de Amores Perros”.

Independent


En Francia, la traducción del título es también literal: Un doux parfum de mort y fue publicado por la editorial Phébus en febrero de 2003. La traducción, del “español de México”, la realizó François Gaudry. El libro tiene 169 páginas y cuesta 15 euros.


¿Y qué escribieron en Francia de esta novela?

“Arriaga es un talento fenomenal”

Lire


“Guionista de Amours Chiennes [...], Guillermo Arriaga firma una pequeña novela, corta pero evidentemente densa. Su virtuosidad de narrador le permite hacer una serie de retratos, comenzando por el delegado comunal, detective amateur tan dotado como los profesionales de las novelas de Conan Doyle o de Gaboriau para leer sobre el terreno las señales del crimen [...]. Sabrosa mezcla de géneros, novela negra y melodrama, el libro de Arriaga demuestra que la tragedia podría ser evitada, que podría no ser otra cosa que una amable comedia. Es el talento del escritor el que nos hace ver la diferencia.”

Bernard Daguerre


“A la vez pintoresco y divertido, mezquino y estático, el mundo de Un dulce olor a muerte es el del México rural. En una atmósfera que asfixia por el calor quemante, la historia produce, sin embargo, frío en la espalda...”

Mathilde Tellier


Lecturas Tu Red, número 4. Junio-septiembre de 2004

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