lunes, 26 de octubre de 2009

Memoria de papel




Memoria de papel
de Antonio Malacara Martínez

Carlos Manuel Valdés






Antes de hablar del libro que reseño quiero declarar que soy lector de Malacara desde hace muchos años pues leo sus columnas periodísticas con regularidad. Ahora, tras la lectura de Memoria de papel, confirmo mi asiduidad.


El autor tiene un estilo muy original y nos entrega en sus breves artículos una reflexión y una síntesis de sus muchas lecturas que nos brindan a la vez datos sobre libros y autores fundamentales para comprender el mundo actual así como tópicos tan disímiles como el café, el cigarro, la mujer, la amistad o las instituciones que nos gobiernan.


Me agrada decir lo anterior porque los escritos de don Antonio son en sí tema de conversación, lugar de encuentro, guía de lectura, referencia obligada y momento de reconciliación con nosotros mismos. Los condimentos de su escritura son, para bien de todos, la broma sencilla, la exageración de un dato, la ironía respecto a cuestiones de nuestra sociedad y, sin duda, el buen humor.


Al asomarnos a Memoria de papel encontramos derroteros para conocer o ligar entre sí a autores a los que quizá no tenemos en la mente y a los que no habíamos considerado interesantes. Ahí se nos convoca para presentarnos uno a uno a los grandes escritores al mismo tiempo que se nos acerca a sus obras; todo sin solemnidad. Y, en el caso de que Malacara haya citado críticamente a un autor, jamás le hace de manera grosera sino sosegadamente.


Una vez que el lector se introduce en la información que aporta cada pequeño ensayo, advierte, así mismo, que puede haber siempre una manera amable de asomarse al tema tratado, al mundo de las letras, al pasado o a la ciencia. La seriedad del enfoque no deja de lado el recurso a la ironía, ni la glosa marginal. Cito como ejemplo: “hay una situación muy peculiar que comparten todos los clásicos, pues al igual que ha ocurrido con la Biblia, con Marx o el Quijote, todo mundo habla de ellos, pero pocos, en verdad, los han leído detenidamente”.


Antonio Malacara tampoco olvida confesar que hay obras que él mismo quisiera leer pero que todavía no ha podido abordarlas. Señala que acaba de adquirir una excelente biografía “de casi mil páginas, por lo que creo que necesitaré una beca para poder leerla. Su precio amerita casi de un plan de financiamiento bancario, pero vale la pena”. Lo mismo hace al conducirnos hacia algunos autores, como Lawrence Durrell a quien, después de elogiarlo, confiesa al lector, en un afán de honradez intelectual: “me hubiera gustado leer Primavera pánica y Limones amargos, pero nunca los conseguí”.


Algo que hace que el libro no tenga desperdicio es el repaso por los temas y autores que fincan nuestra cultura culta. Los escritores americanos son básicos para Malacara. No deja en penumbra sus filias como tampoco oculta sus fobias, aunque pocas, a través de sus ensayos y reseñas.


Quiero reconocer que he aprendido muchas cosas nuevas en el libro que presento. Diré que, sencillamente, de Julio Torri y Artemio de Valle Arizpe recibí información novedosa que me llevará a releerlos con otros ojos. De don Artemio, por ejemplo, ahora conozco las lecturas que lo influenciaron, con lo cual me he aclarado sus obsesiones y su estilo.


Memoria de papel es un libro que brota, en parte, de columnas periodísticas, aunque adquiere una independencia total con respecto a aquéllas. Aquí encontramos ensayos que pueden ser leídos de manera completamente autónoma, lo que no hace que uno deba seguir una secuencia de orden. Y, es curioso, pero creo poder afirmar que bajo el formato de compendio leo al autor de forma diferente que cuando lo hago en el rotativo. Es evidente que la diferencia no está en lo escrito sino en la forma de leer y en la desigual actitud que tomamos frente a un periódico y la que asumimos al tener un libro en las manos. A Malacara lo leo en su entrega periódica, normalmente mientras desayuno, lo que en muchas mañanas realizo de manera apresurada por las prisas del trabajo, pero así y todo recibo una bien organizada exposición temática que me traslada a versiones críticas y analíticas de tramas y autores del mayor interés. Ahora que lo he leído bajo el soporte o formato de libro, encuentro no sólo un orden diferente, sino la posibilidad de relectura, la peripecia de la referencia, la virtual comparación de una temática con otra del mismo texto y el cotejo de Malacara con Malacara.


El libro se ordena bajo tres grandes secciones: Autores, Lecturas y Otros temas. No me quedó la menor duda de que para el editor, Jesús Guerra, debe haber sido difícil dividir los artículos y ensayos puesto que en (casi) todos aparecen autores, datos biográficos, citas, referencias y vínculos temáticos. He aquí que un excelente lector de muchos autores, un incisivo escritor que está por cumplir 50 años de escribir sin descanso, un crítico que critica al mismo tiempo que simpatiza con sus criticados, un hombre cuya escritura llana es garantía de búsqueda de lectores, un veterano de las letras que continúa cautivando jóvenes... nos lanza esta Memoria de papel para que descubramos en un volumen la dicha a la vez que el compromiso de leer para comprender el mundo, así como para ingresar en el universo de la cultura por la única puerta; la vía que Marx definió como ad astra per aspera ("a las estrellas se va por caminos escabrosos").


No renunciaré al deber de agradecer la edición de este libro. Es fácil advertir que se cuidó con gusto y oficio. Un escritor escribe y un editor edita; si ambos lo hacen bien el lector sale ganando; tales tareas son importantes y difíciles. En este caso la SEPC hizo bien al incluir entre sus publicaciones Memoria de papel.


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Memoria de papel. Antonio Malacara Martínez. Coordinación General de Bibliotecas, Publicaciones y Librerías de la Secretaría de Educación Pública de Coahuila. Primera edición, noviembre de 2005. Saltillo, Coahuila. 342 págs.


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Este texto de Carlos Valdés es la presentación de Memoria de papel, leída por su autor la noche del 23 de noviembre de 2005 en el Centro Cultural Vito Alessio Robles.


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El autor:



Antonio Malacara Martínez nació en Saltillo, Coahuila. Se inició en el periodismo en 1957 en el diario El Sol del Norte, y desde entonces ha escrito para diversas publicaciones, como los periódicos Vanguardia y Palabra, y las revistas Prisma y Ser Universitario, de la Universidad Autónoma de Coahuila, Desierto Modo, del Instituto Coahuilense de Cultura y Lecturas, de la Coordinación de Bibliotecas, Publicaciones y Librerías de Coahuila. Es autor de las siguientes obras: Dos momentos de una historia, 1990; Los días y los temas, 1990; Antología de la poesía de Felipe Sánchez de la Fuente, 1991 (los tres publicados por la Universidad Autónoma de Coahuila); De todos los días, 1997 (Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Coahuila), y Señales de humo, 2001 (Coordinación de Bibliotecas, Publicaciones y Librerías de la SEPC). Obtuvo el Premio Estatal de Periodismo en 1990, y la Presea Saltillo 2000, otorgada por el Republicano Ayuntamiento de Saltillo.


[Lecturas 6. Enero-abril de 2006]

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